lunes, 4 de enero de 2016

PENSANDO

Aquel día me encontraba bien;
quizás, sin nada que hacer,
me sentía un poco aburrido
y... quise hacer poesía,
sin embargo fue inútil el empeño;
poesía ha de ser... una huella de sudor,
ya testimonio de una frustración,
bien el perfume perdido de una flor marchita,
quizás un deseo de lo imposible,
otras veces, la evasión testigo
de unas lágrimas recientes,
en ocasiones, simplemente crueldad, dolor, muerte;
tantas otras: verdad,
y tantas otras: fantasía.
En las mejores suele haber
unas gotas de sangre,
incluso un vago y melancólico
olor a fiebre, a cieno, a morbo...
y, en fin, en una lista interminable
parecida al diario de un enfermo achacoso,
podríamos resumir lo que puede existir
en una buena poesía.
Con esto quiero decir,
que es imposible construir
sólo de belleza y raciocinio,
lo que está destinado
a ser evasión y huella
de un estado de ánimo.
La mejor poesía ha de ir llena
de problemas y de ascos,
porque el fin de la poesía
es salvar, liberar de sus tensiones
a alguien que se auto-receta:
a un enfermo mental
que se burla de sí mismo,
al estúpido poeta.