EN
PÁGINAS DE LIBROS VIEJOS
Estar vestido de
vacío,
dibujar con la
tristeza la mirada,
sentir el aliento
frío,
golpear el corazón
fuerte y aprisa;
vivir en un segundo
todas las nostalgias,
sentirse solo, como
sin ti tu niño;
devorarse el vientre
por anhelos,
mirar como pesan las
manos
buscando en la nada
tu presencia,
el corazón entre
grilletes fuerte atado,
marcándose en la
carne las cadenas,
sujetando los latidos
y porciones
que quieren huir
hacia tu lado,
buscando calor,
sombra, paz, cobijo,
y el abrazo de tus
sonrisas
entre árboles, una
tarde de verano,
alegre, cómplice,
mientras te miro
de esta suerte resguardado;
así, me acariciases
la cabeza
abriendo surcos entre
mi pelo
con manos de vida
y de místico sosiego;
cambiar este estado
por tu dicha,
saberse impotente y
esperar
como la luz los
ciegos,
en una habitación donde
la melancolía
me ata el cuello y la
nuca
con cuerda inexorable
de metal pesado y fiero,
oprimiendo por los
hombros y la espalda,
la cara, sucia de
tinta, contra el suelo,
frío, envidioso, y
ávido de verme
sin esos hermosos
sueños
que comparto contigo
en el abrazo, en el cielo,
y en cada espera de
un nuevo encuentro.
Sí, son sólo
palabras,
y hay tantas
palabras,
tan desgastadas
de pasar de mano en
mano,
o sucias de polvo que
las borra
en páginas de libros
viejos;
sí, son sólo
palabras,
y hay tantas palabras
olvidadas por
amantes,
que se deshacen entre
los dedos...
tan frágiles, tan
temporales,
que se arrojan al
olvido,
que van donde llega
el viento,
y que se pronuncian o
escriben,
y que se tiran al
vacío,
o que se recuerdan
siempre
o tan sólo por un
tiempo,
borradas por otra
persona
o por definitivo
silencio...
Pero, estas palabras
angustiadas,
hechas con soledad y
llanto,
sin caer lágrimas,
porque duelen
demasiado para poder
soltarlas,
porque ya no hay
fuerza en las manos
para poder
enjugarlas,
por primera vez
quiero que no sean en balde,
que me las leas
gozosa
las noches de cada
invierno,
hasta que juntos nos
vayamos,
aferrados por los
labios,
a un mundo menos
ingrato,
más digno, serio y
sincero,
a fundir, en uno
solo,
dos espíritus que
quieren cicatrizar
tus llagas contra mis
llagas,
de tantos golpes
pasados,
dibujando en nuestras
almas y cuerpos
esas bellas palabras:
te necesito y te
quiero/ y te amo.