sábado, 16 de enero de 2016

EN PÁGINAS DE LIBROS VIEJOS

Estar vestido de vacío,
dibujar con la tristeza la mirada,
sentir el aliento frío,
golpear el corazón fuerte y aprisa;
vivir en un segundo todas las nostalgias,
sentirse solo, como sin ti tu niño;
devorarse el vientre por anhelos,
mirar como pesan las manos
buscando en la nada tu presencia,
el corazón entre grilletes fuerte atado,
marcándose en la carne las cadenas,
sujetando los latidos y porciones
que quieren huir hacia tu lado,
buscando calor, sombra, paz, cobijo,
y el abrazo de tus sonrisas
entre árboles, una tarde de verano,
alegre, cómplice, mientras te miro
de esta suerte resguardado;
así, me acariciases la cabeza
abriendo surcos entre mi pelo
con manos de vida
y de místico sosiego;
cambiar este estado por tu dicha,
saberse impotente y esperar
como la luz los ciegos,
en una habitación donde la melancolía
me ata el cuello y la nuca
con cuerda inexorable de metal pesado y fiero,
oprimiendo por los hombros y la espalda,
la cara, sucia de tinta, contra el suelo,
frío, envidioso, y ávido de verme
sin esos hermosos sueños
que comparto contigo en el abrazo, en el cielo,
y en cada espera de un nuevo encuentro.
Sí, son sólo palabras,
y hay tantas palabras,
tan desgastadas
de pasar de mano en mano,
o sucias de polvo que las borra
en páginas de libros viejos;
sí, son sólo palabras,
y hay tantas palabras
olvidadas por amantes,
que se deshacen entre los dedos...
tan frágiles, tan temporales,
que se arrojan al olvido,
que van donde llega el viento,
y que se pronuncian o escriben,
y que se tiran al vacío,
o que se recuerdan siempre
o tan sólo por un tiempo,
borradas por otra persona
o por definitivo silencio...
Pero, estas palabras angustiadas,
hechas con soledad y llanto,
sin caer lágrimas, porque duelen
demasiado para poder soltarlas,
porque ya no hay fuerza en las manos
para poder enjugarlas,
por primera vez quiero que no sean en balde,
que me las leas gozosa
las noches de cada invierno,
hasta que juntos nos vayamos,
aferrados por los labios,
a un mundo menos ingrato,
más digno, serio y sincero,
a fundir, en uno solo,
dos espíritus que quieren cicatrizar
tus llagas contra mis llagas,
de tantos golpes pasados,
dibujando en nuestras almas y cuerpos
esas bellas palabras:
te necesito y te quiero/ y te amo.