ELLA
Quisiera vivir
eternamente
para recordar aquel
amigo
del colegio, la
obsesión
por mí de aquella
niña,
que nunca llegué a
comprenderla.
La sonrisa amable de
aquella señora
el otro día, que se
mostró tan atenta;
la imagen extraña
de aquel bohemio
sucio
en la estación, que
olía a viejo
y a amalgama de
presencias.
Quisiera vivir
eternamente
para escuchar cada
día
el amor de mi madre
en cada mirada y en
cada hecho;
las impertinencias
que le ha procurado
la cruel vejez a mi
abuela;
las buenas maneras
del hijo de mi amigo
que conocí anteayer,
mientras yo
me sentía viejo al
ver nacer
su adolescencia.
Los desmanes de mi
hermana,
los silencios de mi
huerta,
el esplendor de la
planta,
que hace unos días
clavé en la tierra.
Quisiera recordar el
ruido
del bar lujoso donde
no podía
sentirme solo, donde
faltaba ella,
para despertarme cada
mañana de nuevo,
y acostarme cada
noche de nuevo
sin pensar en ella.
Quisiera vivir
eternamente,
porque sé que en la
muerte
no habrá más
obligación
de mi pasada vida
que estar muerto
siendo causa de mi agonía.
Sé que no habrá lugar
ni fuerzas
más que para pensar
en ella,
sin excepción para
morir en la muerte
un instante sin el
grito desgarrado
de pedir su
presencia.
Su presencia...
Ella...
Su presencia...
Ella...