MI
VENUS
LA
VENUS DE MI SOSIEGO
Melena castaña obscura intensa,
ni rubia ni morena,
cabellos naturales
a lo largo de mechones damasquinados,
con brillo de espiga,
de azúcar de caña,
de rayos translúcidos
de chispas de hada
de princesa y reina.
La piel no era pálida,
ni tampoco morena,
una distinta y distinguida
idealización del nácar;
ni soleada ni encerada,
era manto que nace,
no que cubre,
entre otoño y primavera
de un color manso
de miel de melocotón
con nieve,
de destellos grises púrpura
en papel de folio
para pintar imágenes de idealismos reales,
todopoderosos y sensuales.
Sus ojos desnudos sin rímel azul
violetas muy oscuros, fuertes y suaves,
de mirada dulce y risueña
de pupilas grandes;
colores profundos,
y expresiones hondas,
inteligentes, humildes y bellas,
sabias y naturales
inalcanzables nubes
de virgen humana y mujer,
de horizontes próximos y tesoreros.
Labios gruesos finos
de rosados grises,
de pétalos de rosas rosa
y bordes de manzana
madura y granate,
que no piden ni ofrecen,
pero que embelesan, encantan
y agradecen.
Un vestido gris muy claro,
vaporoso en lo cóncavo y las convexidades,
sin peligros y lujurias,
y ajustado en la cintura
fuerte y femenina,
equilibrada balanza,
lazo sutil y real
que une dos completas, llenas
y perfectas mitades.
El escote en su punto,
punto de verbena
de una noche clara,
de una tarde plácida y alegre,
ideal y bella,
tarde de boda,
de una fiesta soleada
de noche,
acariciando melocotones
con puntas de fresas
de puntas afresadas.
Las pestañas numerosas, gruesas,
de intensos oscuros marrones,
bajo las cejas muy negras,
negras de azabaches,
pestañas arqueadas
de una noche de ensueño
en el rabillo del ojo;
ojos de gacela,
de la corza blanca de Bécquer,
de Quevedo su Lisi,
la Venus de Toledo,
de la edad medieva en
el romántico XlX
y de carne y cielo mi Venus;
22 veranos soleados y radiantes,
miles de primaveras en cada instante.
Bamboleo suave,
femenino, rotundo,
sugestivo, natural y fácil, discreto,
en las caderas,
con sus dos pompitas
sencillas, firmes, erguidas,
dignas y arrogantes
de humilde princesa del pueblo,
de hembra africana,
negra y árabe.
Piernas levitantes
con pantorrillas perfectas y rodillas lisas
sobre pies pequeños
de movimientos suaves
a ritmo de balada ancestral
ágil, leve, quieta y suave.
Regalo abundante y generoso
para mi mirada deseosa de belleza femenina,
de bellos cielos,
de paz y satisfacción,
de contento y sosiego,
de lunas brillantes sin oscuras noches,
de cisnes en lagos azules,
de rosas de nieve,
de rojos claveles,
de sentires místicos,
de dimensiones nuevas
de mundos diferentes,
de miradas que acarician
viejas sienes nuevas y satisfechas;
pecado y profanación,
sacrilegios en mis versos,
al amanecer una mañana de cielos celestes,
y rayos de sol divino
un bello despertar de un 1 de mayo
de todas las primaveras inolvidables
con mariposas jurásicas y tropicales,
de los más intensos y felices
momentos niños y adolescentes.
No me quedan anhelos huérfanos
ni suspiros, ni pesares,
ni sentires vacíos
con sinsentidos;
tan sólo las gracias,
mi plena gratitud
para aquella MUJER
que me regaló estos versos
por primera vez realmente dulces, satisfechos y contentos;
la paz de esta poesía que escribió
con mi mente y con mis manos
en mi blog de escribir lirismos
y despedazar mi ser en otros
momentos antaños
que nunca pintarán más versos tristes,
ni tendrán dolores, angustias y penas
humilladas y humillantes,
gélidas y humeantes,
sólo gratitud hacia aquella dama,
mujer, ya madre, y hermana
que alcanzó el reinado
sin pasar por los avatares de
necesitar ser princesa de modo previo y obligado.