FUERZAS DE LA FANTASÍA.
Sin
color las ilusiones del pasado,
vaciada
la fuerza del espíritu,
y
ya marchitas mis ansias de rebeldía,
mientras
me voy muriendo paso a paso,
distinto
(muerto o tranquilo),
contemplo
en soledad y deleitado
el
mundo que me hizo llorar un día.
Solo,
mudo y absorto, sentado en la hierba verde,
en
tanto contemplo el cielo azul
y
las nubes desplazadas por el viento,
de
las cuales, en suave bailoteo,
las
oscuras golondrinas penden,
recuerdos
de llantos, luchas y fracasos
de
forma lenta van pasando por mi mente.
Ni
rencores, ni odios ni alegrías
ocupan
un lugar en mi cerebro;
las
imágenes transcurren solitarias,
y
conforme brotan de mi alma
son
llevadas en su seno hacia el lejano horizonte
por
el aire, que circula somnoliento.
Convertido
en un elemento más del paisaje,
reconcentrado,
mientras observo y me embeleso
y
habito en el mundo de los sueños
(un
mundo indescriptible,
que
creo ser yo mismo),
escucho
el cantar de un pájaro,
un
alma hermana de la mía,
y
al mismo tiempo veo un pino seco,
pienso:
“dichosos de aquellos que, como yo muertos,
derrotados
por el tiempo y por la vida,
conservan
en un lugar de su corazón
las
intangibles fuerzas de la fantasía”.