COLORES
APAGADOS.
Qué inmensa es la
tristeza
cuando no se siente curiosidad
por la vida,
y sólo se espera la
muerte,
tan callada, tan
sombría.
Qué inmensa es la
tristeza
cuando no te queda
inspiración
para escribir los
postreros versos de la vida,
y sólo se espera la
muerte,
tan obscura, tan
vacía.
Cuando los ojos ya no
tienen lágrimas
para desahogar las
penas
que te hunden en el
fango de la vida,
cuando no puedes
llorar por ti mismo
y te sientes
impotente aguardando la muerte,
¡qué tétrico se vuelve
el aire que respiras...
y qué apagados son
los colores que te rodean!
Después del frenesí
que me ha tocado vivir,
yo no me enfrento a
la muerte,
no tengo fuerzas,
la muerte se enfrenta
a mí;
y mientras los ojos
fijos en el papel
no se atreven a mirar
alrededor,
¡qué solo me siento
sin ti!
Sí, por un momento
pasan por mi mente
los rostros borrosos
de las personas queridas,
pero no me queda
amor,
apenas me resultan
reconocibles,
sólo tú te alejas con
mayor nitidez,
pero no es
suficiente,
apenas puedo ya
reconocerte
entre las sombras.
Siento frío gélido en
las sienes
y fatiga de vivir,
saco fuerzas de
flaqueza para poder escribir
y el sudor baña mi
frente.
Mas nunca se pierde
la esperanza,
ni siquiera ante la
muerte...
pues si mientras vivo
me muero...
quizás morir sea
vivir.