A
LA LUNA
Sola amante huérfana,
desgarrada, leal, fiel,
desesperada, paciente y contumaz,
que siempre vuelve y nunca se va,
tan sólo para llorar penas
inmensas
mientras de sus ojos
oscuros y borrosos
no quedan lágrimas,
sino tétricas huellas
de olvido desalmado y soledad.
Hija del sol, se escapó,
proscrita lesbiana,
a amar la Tierra que nunca jamás
la ha amado ni la querrá.
¡Noches de ronda las de la Luna!
Durante el día, perdida y sola,
repudiada y avergonzada,
desaparece para que nadie la vea
querer llorar.
¡Vente conmigo, alma gemela,
novia Selene!
Negaré y transmutaré
lo poco de masculino que hay en
mí
desde el principio de nuestros
principios,
y habitaré y viviré desde ahora
mismo
abrazado a ti.
Hoy nos casamos en el espacio
oscuro,
íntimo, solo,
nuestro, íntimo y único;
tu brillo, anillo en mi dedo de
desposado,
mi alegría, corona sobre tus
sienes
de amante eterna, símbolo del
amor
que no ha tenido principio y
nunca jamás tendrá final.
Es nuestra historia del erotismo,
de nuestra manera de ser y
sentir.
La Tierra quedará sola con su
orgullo
y con su soberbia y
hermafroditismo
donde no hay amantes,
tan sólo constantes coitos
donde cada ser tristemente
tan sólo y únicamente goza de sí.