domingo, 7 de febrero de 2016

A LA LUNA

Sola amante huérfana,
desgarrada, leal, fiel,
desesperada, paciente y contumaz,
que siempre vuelve y nunca se va,
tan sólo para llorar penas inmensas
mientras de sus ojos
oscuros y borrosos
no quedan lágrimas,
sino tétricas huellas
de olvido desalmado y soledad.
Hija del sol, se escapó,
proscrita lesbiana,
a amar la Tierra que nunca jamás
 la ha amado ni la querrá.
¡Noches de ronda las de la Luna!
Durante el día, perdida y sola,
repudiada y avergonzada,
desaparece para que nadie la vea querer llorar.
¡Vente conmigo, alma gemela,
novia Selene!
Negaré y transmutaré
lo poco de masculino que hay en mí
desde el principio de nuestros principios,
y habitaré y viviré desde ahora mismo
abrazado a ti.
Hoy nos casamos en el espacio oscuro,
íntimo, solo,
nuestro, íntimo y único;
tu brillo, anillo en mi dedo de desposado,
mi alegría, corona sobre tus sienes
de amante eterna, símbolo del amor
que no ha tenido principio y nunca jamás tendrá final.
Es nuestra historia del erotismo,
de nuestra manera de ser y sentir.
La Tierra quedará sola con su orgullo
y con su soberbia y hermafroditismo
donde no hay amantes,
tan sólo constantes coitos
donde cada ser tristemente
tan sólo y únicamente goza de sí.