NO
SUPIERON LLORAR
Déjenme llorar
a través de la humedad de mi aliento,
en el eco de los latidos
de un corazón que sólo al dolor sirve de
sustento;
en las toxinas a
las que se abren los poros de mi piel
como llagas que gritan penas y sufrimiento
que dibujan toda la melancolía, la derrota,
la insatisfacción, la amargura y el descontento.
Si mis ojos no tienen misericordia
para abrirse y dar vida
a los lagos de lágrimas que llevo dentro,
déjenme llorar a través del olor de mi cuerpo
brisas que inunden de derrota,
el aire quieto y derrotado
y las locuras del loco viento
borracho de penas y frustración
(sí, ya sé que no hay rima en estos versos);
Ayúdenme a
que mis palabras
sean el diluvio universal
de todo el dolor humano,
del dolor de mis seres más queridos,
del dolor de todos los seres,
del dolor de esta tierra que grita,
de los mugidos llameantes, fríos y feos
del universo.
Préstenme corazones
en donde quepan toda mi desesperación,
desilusión y desalientos;
regálenme bidones de agua del mar muerto,
y sacos de sal de salinas tan lejanas
que habiten en el corazón del infierno,
y vacíen su disolución sobre mi cuerpo,
para que se refleje con destellos cegadores
el hambre de amor, el vacío de alegrías
y la sobresaturación de mi infinita tristeza;
y sepan que quién yo soy,
en quién a mí ven,
en mi faz seria e impávida
arde y se hiela todo el dolor hermano,
que vive en nuestro universo.
Déjenme llorar,
por mí, por ella,
por el olvido y el recuerdo,
por mis hermanos muertos,
por la nada y por el todo,
por la estela de amargura y de derrota
que deja mi caminar,
haciendo nacer un camino sangriento
de polvo húmedo y polvoriento;
y si no es posible,
claven en cada poro de mi piel
un alfiler sádico que saque gotas de sangre
y bañe de ella todo mi cuerpo.
Si no puedo llorar
nada de tanto como necesito,
que de sangre sean mis lágrimas,
y se ensangriente todo mi cuerpo
para calcar esta poesía
que de nada me sirve,
que no me desahoga,
que no tiene piedad,
que no tiene palabras inteligentes,
que no sabe hablar,
que no puede decir y abrir
el sufrimiento enquistado en mi corazón vivo
y mis ojos muertos.
Déjenme llorar o sean insumisos ante Dios,
para pedirle que le quite la vida
a esta pozo tan oscuro y seco,
con lodos de lágrimas densas y espesas
que no pueden ya brotar
a través de ningún cuerpo humano,
a través de la densidad
de ese dolor tan sólido que soy yo;
el dolor sin fin que nació con la génesis de mi
ser,
con la génesis de un concepto no creado
para esta nada y este todo y esta vida,
la frustración y la derrota de estos versos
que no pueden llorar.
Que casi lloran sin saber llorar.
QUE QUERÍAN LLORAR.
.......................................................
Mi cariño, admiración y gratitud para Juan Jordano y Miguel Ángel Segura (EDITORIAL EGARBOOK)
.......................................................
Mi cariño, admiración y gratitud para Juan Jordano y Miguel Ángel Segura (EDITORIAL EGARBOOK)