MARISOL HERNÁNDEZ PARA SU HIJA MARCELA CRISTINA EN SU
CUMPLEAÑOS (15 AÑITOS)
HECHA POR ENCARGO.
Trece pestañas como pétalos con forma de los más hermosos
corazones, velan la mirada poderosa de tus ojos, dos soles bellísimos, de generosidad
infinita que son la luz que llena y colma todo el sentido, la ilusión y la
felicidad de mi vida, y suman quince, uno a uno, desde que brotaste de mis
entrañas, Marcela Cristina, mi niña, la niña de uno de mis ojos, en el otro la
acompaña tu hermana ¡quiérela y cuídala así siempre!, fuerte roca que me
sostiene y alma de terciopelo y seda suave, firme, protectora e invulnerable
sabia chamana de mi familia, porque nueve meses antes de estos quince años
fueron nueve siglos para formar esa alma tan madura, tan sabia, protectora y
responsable ¡yo ya lo sabía!, tú me lo dijiste en el mismo momento en que supe
que nacerías; a veces me siento pequeña, y creo que tu eres mi madre y yo tu
niña… me lo demuestras siempre con tu sinceridad, tus palabras tan maduras,
francas, inteligentes y comedidas,
dispuestas siempre a la ayuda, con humor, amor contundencia, esa
responsabilidad tan admirable, tu esfuerzo en tus estudios, tu madurez, tan
sorprendente, si yo no fuera tu mamá y tú, Marcela Cristina, mi niña perfecta,
mi poderosa hija. Sólo quince años y sin
embargo infinitos bellos recuerdos… ¿Sabes…? Cuando tenías siete años y te
caíste junto a aquel lago, y creíste que habías perdido un dientecito, era la
lágrima emocionada y feliz caída al suelo de un ángel muy grande que a través
de ti a todos nos respeta, quiere, ama, cuida y mima; no quise decírtelo
entonces, esperé a este día, aunque hoy no tengo para ti una torta tan grande
como aquella que te regaló tu prima querida. Pero tengo un bello regalo, aunque
no alcance tu valía; es un secreto que contarte… Un poeta ha visto tu rostro y
dice que es el de una hada bellísima, que te pide que seas su musa, que quiere
escribirte muchos versos, aunque sabe que nunca podrá escribir una poesía capaz
de decir de ti toda la verdad que le inspiras… esa belleza desmedida e
inefable, tan grande que nunca podrá
describirla… y eso que él ni siquiera sabe que de verdad eres
una hada y chamana en el colegio, con tus compañeros, conmigo , con tu familia,
en la cocina de preparar comida para el cuerpo, y magia llena de amor para
conseguir la felicidad mía, de tu mamá ¡qué tanto, tanto te admira! Tantos
recuerdos… algunos tristes… cuando estuviste hospitalizada de niña, cuando hace
dos años me auxiliaste y me salvaste de aquel dolor tan fuerte y lo convertiste
en vida y alegría. Así, un poquito eres, Marcela Cristina Martínez Hernández,
porque para decirte todo lo grande que eres, todo lo que tú vales, todo el bien
que me haces, todo cuanto te amo, la felicidad que me das, el inconmensurable
valor de tu ser… no podría abarcarlo con palabras aunque nuestra vida aquí
fuese eterna e infinita, no ha lugar, ¡no tiene cabida! Encantada de haber
nacido sólo por tenerte a ti, hija mía, incapaz de describirte todo lo orgullosa que me siento de ti y la
felicidad que me procuras, te pido que me abraces muy fuerte y me des otro beso
más el día de tu quince cumpleaños, para que nunca jamás nos olvidemos de este
día, de tanto como te quiero, y que ese querer es el deseo de que la felicidad
en tu corazón, hoy, mañana, siempre, todos los días de tu vida sea la más
grande de toda la tierra y el cielo, sencillamente infinita, Marcela Cristina,
mi hija perfecta, la hija perfecta, mi vida, mi niña… ¡hija mía!